La costa cántabra tiene una forma tan irregular que algunas playas están orientadas hacia el este y otras hacia el oeste, y no me refiero a playas muy distantes entre sí sinó una al lado de la otra. Estando todavía en Barcelona nos habían recomendado visitar la playa de Los Locos así que cuando un señor en Cortiguera nos dijo que las mejores puestas de sol se podían ver desde allí no lo dudamos.
Después del chapuzón en la piscina de la posada y recuperarnos del paseo por Santander nos acercamos a Suances, que es donde se encuentra esta playa. Ese día el sol se ponía a las 10 de la noche aproximadamente (para saber estas cosas es muy útil una aplicación que llevo en el iPhone, que entre otras me dice cada día y en el punto que yo quiera a qué hora sale y se pone el sol).
Llegamos con tiempo de sobras para buscar aparcamiento, darnos una vuelta por los alrededores y cenar. Dejamos el coche junto al faro, donde había una boda (y ya era la tercera que veíamos ese día), y paseamos un poco para hacer tiempo.
Junto al faro, en lo alto de una pequeña colina, hay un mirador desde donde se pueden contemplar unas vistas fantásticas del Cantábrico.
La playa de Los Locos está rodeada de acantilados, motivo por el que es tan espectacular.
El sol estaba a punto de ponerse, así que era hora de bajar a la playa (literalmente, pues hay que bajar unos cuantos escalones hasta llegar a la arena) y montar el trípode.
Hice muchas fotos, muchísimas, con filtro y sin filtro y probando diferentes velocidades de obturación para intentar darle al agua un aspecto sedoso. No estoy demasiado satisfecha con el resultado, debo seguir practicando con las puestas de sol (se aceptan consejos), pero aquí tenéis, la puesta de sol en Los Locos.
Aproveché que tenía el trípode montado para hacernos una foto a Cesc y a mí, que casi nunca salimos juntos.
Después de esta sesión de vuelta a la posada. Al día siguiente nos esperaban Bárcena Mayor y Comillas.
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